A través de los años, los monumentos religiosos cobran un significado especial en Bogotá, uno de ellos es la iglesia de San Agustín que, por su valor histórico, cultural y riqueza arquitectónica, fue declarado oficialmente monumento bajo el decreto 1.584 del 11 de agosto de 1975.
La bella Iglesia de San Agustín se construyó a mediados del siglo XVII, entre 1642 a 1668, bajo los parámetros de las construcciones coloniales; para ese entonces, el templo era parte del antiguo convento de la orden de San Agustín, a quien dedica su culto como parte de la jurisdicción eclesiástica de la Arquidiócesis de Bogotá.
La iglesia de San Agustín se ubica en la parte posterior de la Casa de Nariño (palacio presidencial), en pleno sector histórico de la ciudad de Bogotá, donde se conectan la carrera 7 y la calle Séptima, y es el refugio de importantes obras de arte religioso de origen colonial.
Arquitectónicamente el templo de la Iglesia de San Agustín se construyó con una unidad de conceptos escasa para esa época en Bogotá; su arquitectura se conoce como obra de autor y muestra de todos los estilos decorativos, en él participaron grandes exponentes de la época tales como Vásquez de Arce y Ceballos, los Figueroa y Lorenzo de Lugo.
Para la construcción de la Iglesia de San Agustín, se empleó piedra, ladrillo, adobe, tapia pisada y madera traída desde Bojacá. Durante las restauraciones logradas en los años 50 y 80 se rescataron elementos especiales y decorativos originales y se descubrió abundante pintura mural. Cabe destacar la belleza de sus altares recubiertos en hojilla de oro de estilo barroco. Además de los cuadros e imágenes sobre la vida de Jesús, de la Virgen, de la Sagrada Familia, de San Agustín y otros Santos de la Orden Agustina, sobresale una escultura de madera y metal de Jesús Nazareno, del artista Pedro de Lugo Albarracín, nombrada por el prócer Antonio Nariño como el general sus ejércitos.
A lo largo de la historia de Bogotá, la iglesia de San Agustín ha cobrado relevancia en varios acontecimientos, pues ha sido testigo de episodios de evangelización, arte, expropiaciones, y en alguna época, sirvió de establo y dormitorio de soldados en las múltiples guerras que sucedieron en la ciudad.
Debido a que la iglesia de San Agustín alberga obras de altísimo valor, también ha sido uno de los templos más saqueados de Bogotá; sus obras de arte, sus adornos, archivos de su biblioteca, y algunas de sus partes, han sido hurtados.
Como dato curioso en la iglesia de San Agustín yacen los restos de Policarpa Salavarrieta, una de las heroínas de la independencia de Colombia, pues sus hermanos, sacerdotes agustinos, después de su fusilamiento en 1817 reclamaron su cuerpo y lo trasladaron de la parroquia de La Veracruz y luego a la iglesia de San Agustín.
Si quieres conocer este emblemático templo de Bogotá, participar en alguna de sus eucaristías, o recibir el servicio sacramental de la confesión, sus puertas están abiertas todos los días.
La liturgia tiene un lugar especial en la capital del país. Y si continúas más hacia el sur de la ciudad encontrarás la Iglesia de Las Cruces, otra reliquia arquitectónica.