Encuentra las huellas de El Dorado en el Museo del Oro y el Museo Arqueológico de Bogotá. Reconoce sabores ancestrales y juega al tejo para completar un viaje de leyenda.
Este escenario, que comenzó a funcionar en 1939, reune una de las colecciones más importante de arte precolombino del mundo (34.000 piezas prehispánicas ). La balsa muisca, el poporo quimbaya y más ornamentos indígenas, elaborados en tumbaga y oro, permiten comprender la cosmovisión ancestral a través de la orfebrería y la alfarería.
Este espacio exhibe objetos milenarios de la cultura muisca presente en el altiplano cundiboyacense (Sopó, Guatavita, Tabio, Tenjo, y Ubaté); al oriente (Choachí y los Cerros Orientalesl de Bogotá); y en Boyacá (Tunja, Sogamoso, Duitama, Villa de Leiva, Valle de Tenza, Ramiriquí y Turmequé).
Ubicada al oriente de la plaza fundacional, es la muestra del sincretismo religioso que consistió en vincular creencias indígenas con la fe católica. Así, pasó de ser un espacio para recibir el solsticio (muisca) y se convirtió en espacio donde reside Dios (católico).
Construida en 1686 sobresale por su estilo neo-clásico: tres naves con columnas y arcos de medio punto romano.
La pintura decorativa guarda elementos de sincretismo religioso entre los dioses indígenas y los santos del catolicismo. Se destaca la pintura mural de la época, restaurada durante 2003-2005 y elementos tradicionales como el cancel y el pulpito.
Uno de los íconos de la ciudad; el mito más popular dice que allí se habría dado la fundación de Bogotá. En la época pre-colonial el lugar era conocido por los muiscas como Thibsaquillo (tierra de descanso en lengua chibcha) y era utilizada como un punto acercamiento con los dioses Chía (Luna) y Sue (Sol) por su ubicación hacia la falda de los Cerros Orientales.
Un escenario que busca resaltar y promover la herencia indígena a través de la producción y consumo de una bebida ancestral “Chicha” (Facua). Un espacio para tener una experiencia histórica y práctica en torno a las semillas ancestrales, sagradas y doradas.
El ritual comprende la cata de las cuatro bebidas sagradas: chicha, zhuke, guarapo y chirrinchi.
Una experiencia para explorar y reconocer la dieta ancestral muisca a partir de cocidos y amasijos propios. El maíz será protagonista, así como las frutas, verduras y los productos del altiplano, zona en la que se asentaban los antiguos pobladores indígenas.
una manera de rendir homenaje al único deporte autóctono colombiano (herencia de los indígenas) quienes practicaban este deporte en el marco de encuentros comerciales (trueque). El visitante vivirá una experiencia a partir de un juego conocido ancestralmente como "turmequé" que genera alegría, unión y conversación, valores propios de la comunidad muisca.