Es la iglesia más antigua de Bogotá. Todo comenzó con la llegada de los padres de la Orden Franciscana al Nuevo Reino de Granada en 1550. La primera sede estuvo localizada en la carrera Séptima bajo el nombre de Parroquia de las Nieves; posteriormente, se mudó al sitio que hoy ocupa la iglesia de San Agustín. Finalmente, en 1557, el templo se trasladó a su ubicación actual, a las casas donadas por el arzobispo Fray Juan de los Barrios. Con fe y esfuerzo lograron levantar el convento que comprendía dos manzanas. Esa construcción fue ampliada entre 1586 y 1611; en 1623 se construyó el retablo mayor. Lamentablemente, el terremoto de 1785 provocó daños serios en la estructura, por lo cual se tuvo que reconstruir la torre. Aquí tuvo su sede la Curia Provincial hasta 1861, cuando los franciscanos fueron expulsados y la propiedad pasó a manos del expresidente Tomás Cipriano de Mosquera. Se pensó en utilizar el complejo como cárcel pero, finalmente, fue instalada la Gobernación de Cundinamarca.
Varios temblores sucedidos en 1917 causaron daños graves a dicho edificio y tuvo que ser demolido. La última restauración a la que fue sometida la iglesia se realizó entre 1988 y 1990. En sus inicios, el edificio contaba con una sola nave, pero con el paso del tiempo los feligreses fueron en aumento. Por tal razón, se fueron agregando capillas en su ala oriental. Después del sismo de 1785, las capillas fueron integradas a la nueva nave. La fachada está íntegramente hecha en piedra y su portada se encuentra flanqueada por columnas de líneas puras, rematada por un frontón donde hay un nicho con la escultura de San Francisco. Una vez en su interior, podemos apreciar el retablo, que fue donado por Lorenzo Hernández en 1633, y el techo, donde está representado el arte mudéjar. Los arcos que dan lugar a los altares de los laterales tienen tallas platerescas típicas del periodo colonial. Cada una de las capillas fue dada en concesión a particulares, que les otorgaron su esplendor actual. La primera en ser ornamentada fue la del Camarín de la Virgen Apocalíptica, decorada con espejos, porcelanas y cornucopias, además de grandes cuadros. Son especialmente conmovedoras las imágenes de Cristo, como la del Cristo caído, de Lugo de Albarracín, y Cristo muerto, de Martínez Montañez.
Puedes llegar en TransMilenio y bajarte en la estación Museo del Oro. A pocos metros encontrarás el templo. También puedes llegar por la carrera 7a y bajarte en la avenida Jiménez.